Para
las agencias y los creativos independientes, al igual que para cualquier
compañía o profesional, los clientes forman parte de esa razón de ser que le da
sentido a la operación diaria. Yo difiero radicalmente de la apreciación “el
cliente tiene la razón” ya que en este tipo de servicios, específicamente, es
él quien busca al profesional o agencia para que le dé una asesoría y
acompañamiento en temas en los cuales no es experto y lo requiere. El cliente
es una fuente maravillosa de información útil para darle una orientación adecuada
a un proyecto de diseño y comunicación pero es el especialista quien tiene
claro el cómo y el por qué hacer tal o cual actividad.
Yo
he podido determinar algunos “tipos de clientes” que pueden hacer algo o mucho
más difícil el trabajo de un creativo:
EL
CLIENTE QUE NO SABE LO QUE QUIERE
Este
individuo que se pone frente a un profesional de la categoría o llega a una
agencia con una vaga idea pero con muchas “ganas de antojarse” de algo que no
sabe qué es, que desconoce; este personaje es realmente un problema y
dependiendo de los recursos asignados y del talento del componente humano,
puede generar muchas fallas.
Su
frase preferida: No tengo idea de lo que quiero pero cuando lo vea voy a saber
que me gusta.
EL CLIENTE
CREATIVO
Ese
cliente entusiasta, lleno de ideas, ese cliente “ocurrente” que se siente
publicista en sus mejores momentos es hasta simpático cuando no impone ideas,
cuando se deja asesorar y no se “cree directivo de la agencia”, cuando deja
trabajar.
EL
CLIENTE SIN CRITERIO

EL
CLIENTE VIAJERO
El
cliente que en medio de un proyecto se pierde por 2 meses, deja todo tirado y
reaparece contando sus aventuras.
El
cliente es una fuente maravillosa de información útil para darle una
orientación adecuada a un proyecto de diseño y comunicación pero es el
especialista quien tiene claro el cómo y el por qué hacer tal o cual actividad.
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