En el mundo de los negocios nos encontramos con clientes incrédulos
de la calidad de los productos o de la veracidad de nuestras palabras y en su
gran mayoría esto sucede por la manera como vamos vestidos, la forma como
hablamos y nuestra mirada, ampliemos el concepto:
- Si cuando vas a vender un producto a los altos ejecutivos vas en bermudas y con gesto despreocupado ¿Cuál será la impresión que tendrán de ti? ¿Facilitará la venta que quieres efectuar?
- Si a la hora de venderle el mismo producto a una ama de casa acompañada por sus hijos usas un lenguaje técnico, mantienes el gesto serio y una postura erguida ¿Generará esto empatía en el comprador? ¿Facilitará la venta que quieres efectuar?
La presentación del vendedor debe estar a la altura de la
venta, ni mas abajo, ni mas arriba. Una presentación exageradamente
elegante con la población equivocada podría ocasionar desconfianza, al igual
que un lenguaje demasiado pomposo y rimbombante. A cada persona según su esfera
social, así se generarán muchas mas posibilidades de éxito en la venta.
- Un joven vendedor colombiano
me decía durante una conversación “Respecto a mi presentación personal
como joven que soy, atribuyo prendas digamos algo típicas o mas bien
descomplicadas. Muchas veces como trataba con personas mayores ellos de una u
otra forma les daba desconfianza realizar negocios conmigo, ya ahora debo
vestir de otra manera, pero yo diría que la presentación depende del cliente
que trates”
Se entiende ahora qué, además de la presentación del
producto, la presentación del vendedor también debe ser impecable. Una persona
promedio de cualquier medio social no compraría un producto en una caja rota o
en un empaque de feo olor, de igual forma con el vendedor.
Del mismo modo que
en las relaciones sociales, en las relaciones de negocios, la primera impresión
que se tenga del vendedor será un punto crucial para que la relación funcione y la venta se haga
efectiva.
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